MARCO POLO: un puente entre occidente y oriente, ayer y hoy–lecciones para la era trump de un pionero en las relaciones entre oriente y occidente
Estimados amigos:
En 2024 se cumplieron 700 años del fallecimiento de Marco Polo, otro de los personales destacados de mi libro “Timeless Insights on AI: Artificial Intelligence through the eyes of History’s Greatest”. En varios de los próximos Alejandrarios, me referiré a algunos aniversarios de personajes que marcaron mi genealogía intelectual.
Nacido en Venecia en 1254, Polo no solo fue uno de los viajeros más célebres de la Edad Media, sino también uno de los primeros en ofrecer una visión profunda y detallada de Oriente a un Occidente que apenas comenzaba a entender la magnitud y complejidad de las civilizaciones más allá de sus fronteras.
Como algunos de ustedes saben, su obra Los viajes de Marco Polo ha sido una de mis principales fuentes de inspiración intelectual desde mi infancia, cuando la leí a los ocho años. Sin embargo, la proximidad de este aniversario me dio la oportunidad de rendir un tributo aún más personal a este gran explorador. En la Navidad de 2022, tuve el privilegio de visitar el vecindario en Venecia donde Marco Polo nació y creció, un barrio que sigue conservando un aire medieval, como un reflejo de la ciudad que lo vio forjar su destino. En ese paseo por las calles estrechas y los canales tranquilos, pude rendir homenaje a uno de los más grandes inspiradores de mi vida intelectual, mientras reflexionaba sobre cómo la curiosidad y el conocimiento profundo de las culturas, como las de Marco Polo, siguen siendo fundamentales para abordar los desafíos globales de hoy.
En ese contexto, deseo compartir con ustedes una reflexión más amplia sobre cómo la historia de Marco Polo, particularmente su capacidad para comprender y conectar dos mundos tan diferentes, puede ofrecernos una valiosa guía para manejar las tensiones contemporáneas entre dos grandes potencias, Estados Unidos y China. Como veremos, las lecciones de su vida y su obra siguen siendo de una relevancia extraordinaria para los diplomáticos y estrategas políticos y económicos del siglo XXI, y especialmente para aquellos interesados en el estudio de las relaciones internacionales y el entendimiento intercultural.
Al abordar la figura de Marco Polo en este análisis, no solo quiero rendir homenaje a un viajero y narrador extraordinario, sino también proponer una reflexión profunda sobre cómo la historia puede servirnos de guía para resolver los complejos desafíos geopolíticos actuales, particularmente en el ámbito de las relaciones entre Estados Unidos y China.
En un momento crítico como el que atraviesa el mundo contemporáneo, con las tensiones entre estas dos superpotencias alcanzando nuevos umbrales, es imperativo preguntarnos si podemos aplicar algunas buenas experiencias decantadas a lo largo de los siglos en las relaciones entre Oriente y Occidente, para buscar una solución pacífica y constructiva a los conflictos actuales.
A lo largo de este texto, exploraré cómo el conocimiento profundo y la curiosidad mutua de las culturas podría ser la clave para disminuir las tensiones entre China y Estados Unidos y cómo, de hacerlo, los países en desarrollo y el mundo en su conjunto se beneficiarían enormemente de una relación más racional, pragmática y basada en la búsqueda de coincidencias, en lugar de centrarse exclusivamente en las diferencias.
Esto es como en las negociaciones legislativas o políticas o de negocios en cualquier parte del mundo entre dos contrapartes: al final, lo sensato es adoptar una actitud de “buscar las coincidencias”, en lugar de poner el foco perceptual (que muy tempranamente va a ponernos en modo hostil) en “buscar las diferencias”.
Finalmente, en el anexo a este trabajo, hago un recorrido detallado por mi “biblioteca poliana”, es decir, varios libros que documentan mi pasión por el “mundo de Marco Polo”, y cómo este personaje ha generado pasiones, entusiasmos e incógnitas a lo largo de los siglos.
El anexo es una divertida “crónica del cronista”, repasando libros en mi biblioteca en diferentes idiomas y épocas, incluyendo algunas obras icónicas que han perdurado a lo largo de los años, y que nos acercan al personaje, su época, y su relevancia para el presente.
La obra de Marco Polo: La primera ventana de Occidente a Oriente
A mediados del siglo XIII, Marco Polo, junto a su padre y su tío, emprendió un viaje épico desde Venecia hasta el corazón del imperio Mongol. El joven Marco no solo fue testigo de una Asia próspera bajo el liderazgo de Kublai Khan (la que se daría en llamar “pax mongolica”), sino que también desempeñó un papel fundamental en la diplomacia de su época.
Durante sus 24 años de ausencia de Occidente, Polo no solo acumuló riquezas, sino que adquirió un conocimiento profundo de las costumbres, los sistemas económicos y las estructuras sociales de los territorios que exploró. Esta experiencia fue registrada en sus Viajes, obra que marcó un antes y un después en la comprensión europea del continente asiático, y es un hito en los análisis comparados, en cercanía por su impacto a las monumentales “Historia” de Herodoto o la “Geografía” de Ptolomeo, algunos de mis centinelas en el análisis comparado de sociedades.
El impacto de estos relatos fue inmediato. Aunque algunos contemporáneos de Polo dudaron de la veracidad de sus historias, el entusiasmo por sus descubrimientos fue innegable. Los relatos de Polo, aunque adornados con elementos exóticos y casi míticos, ofrecieron una descripción sin precedentes de lugares como China, India y las regiones del sudeste asiático.
A través de sus ojos, Europa conoció el sistema administrativo del Imperio Mongol, las riquezas de la ruta de la seda, y la extraordinaria tecnología de los chinos, como el papel moneda y la pólvora. Estos detalles despertaron en Europa una fascinación por las culturas orientales y pusieron en marcha una serie de exploraciones y descubrimientos que culminaron en la era de los grandes viajes de los siglos XV y XVI. Es muy famosa la anécdota de que Cristóbal Colón tenía un ejemplar con sus notas, y que lo llevó durante su primer viaje en 1492.
El impacto de Los viajes de Marco Polo en mi vida
Recuerdo vívidamente cuando leí por primera vez Los viajes de Marco Polo a los 8 años, un ejemplar que todavía está en mi biblioteca, y me acompañó en mis estudios de posgrado en Italia y Japón. Fue un hito en mi vida, no solo como lector, sino también como futuro analista de asuntos internacionales. La obra de Marco Polo me permitió, en un primer encuentro, abrir mi mente a las complejidades de Oriente, un mundo que hasta entonces parecía lejano y casi incomprensible. La manera en que Polo narró su experiencia de manera tan vívida y detallada despertó en mí una fascinación por el Oriente y me inició en mi vocación de Orientalista, un interés que me acompañaría a lo largo de toda mi carrera.
Fue a partir de esos relatos que comencé a entender la importancia de las relaciones internacionales entre Occidente y Oriente, y cómo los intercambios entre estas dos grandes esferas de influencia global no solo son relevantes para la historia, sino que continúan teniendo un impacto fundamental en la política mundial de hoy. Marco Polo no solo conectó dos mundos a través de su obra, sino que también dejó un legado que sigue influyendo en la manera en que Occidente entiende a Oriente, particularmente en la era moderna.
Marco Polo y el viaje que cambió la concepción del mundo
La historia de Marco Polo comienza antes de su nacimiento, con la visión comercial de su padre, Niccolò Polo, y su tío Maffeo. Ambos eran comerciantes venecianos que lograron amasar una considerable fortuna comerciando con el Cercano Oriente.
En 1260, mientras residían en Constantinopla, entonces capital del Imperio Latino, Niccolò y Maffeo previeron un cambio político que podría afectar sus negocios. Con una aguda intuición, liquidaron sus activos en joyas y se embarcaron en un viaje que los llevaría a cruzar gran parte de Asia, culminando con su llegada a la corte de Kublai Khan, el poderoso gobernante mongol y fundador de la dinastía Yuan. Este encuentro sería el inicio de una conexión que cambiaría la vida de la familia Polo.
Los primeros años de Marco Polo
La infancia de Marco Polo transcurrió mayormente en Venecia, lejos de su padre y su tío, quienes seguían en sus travesías comerciales. Durante este tiempo, la madre de Marco falleció, y el joven fue criado por sus tíos en Venecia. A pesar de la ausencia de su padre, Marco recibió una educación enfocada en las habilidades mercantiles, incluyendo el manejo de moneda extranjera, la tasación y las habilidades de navegación, aunque no parece haber aprendido latín, la lengua de la erudición en la época.
En 1269, Niccolò y Maffeo regresaron a Venecia después de un viaje que los había mantenido alejados por años. Fue en este momento cuando Marco, con 15 años, conoció a su padre por primera vez. Dos años más tarde, en 1271, con solo 17 años, Marco se embarcó junto a su padre y su tío en un viaje que lo llevaría a recorrer las tierras de Asia y que sería la base para su famosa obra sobre el mundo que conoció.
El viaje hacia Oriente
La travesía de los Polo comenzó con una ruta por mar hacia Acre, en Tierra Santa, y luego por tierra hacia el puerto persa de Ormuz. Durante esta etapa inicial, se detuvieron en Acre, donde tuvieron un encuentro con Teodaldo Visconti, entonces archidiácono de Piacenza. Este encuentro resultaría crucial, ya que el archidiácono sería más tarde elegido Papa con el nombre de Gregorio X. Los Polo se convirtieron en portadores de cartas del nuevo Papa para Kublai Khan, a quien el líder mongol había invitado a enviar emisarios cristianos a su corte.
Además de las cartas papales, los Polo viajaron acompañados por dos padres dominicos, quienes llevaban el encargo de representar a la cristiandad ante Kublai Khan. Sin embargo, las dificultades del viaje obligaron a los dominicos a abandonar la travesía, dejando a los Polo la responsabilidad de completar la misión.
La Corte de Kublai Khan
En 1275, después de cuatro años de viaje, los Polo llegaron a la corte de Kublai Khan en Shangdu, conocida en Europa como Catay. En ese momento, Marco tenía 21 años, y pronto se ganó el favor del emperador mongol. Impresionado por su inteligencia, curiosidad y habilidades narrativas, Kublai Khan designó a Marco como emisario extranjero. Este rol lo llevó a recorrer extensamente el imperio mongol y el sudeste asiático, visitando lugares como la India, Birmania, Indonesia, Sri Lanka y Vietnam.
Durante su estancia en la corte, Marco Polo no solo fue un observador, sino también un participante activo en la diplomacia del imperio. Relataba sus experiencias al Khan, describiendo con gran detalle las culturas, costumbres y geografía de los lugares que visitaba. Estos relatos no solo fascinaban al Khan, sino que también cimentaban el papel de Marco como un puente entre Oriente y Occidente.
El nacimiento de la crónica de los viajes de Marco Polo
En 1295, Marco Polo regresó a Venecia tras 24 años de viaje, cargado de riquezas y conocimiento. Sin embargo, poco después de su regreso, se encontró envuelto en el conflicto entre Venecia y la República de Génova, potencias rivales en el Mediterráneo. Como parte del esfuerzo bélico veneciano, Marco armó una galera equipada con un trabuquete, pero fue capturado en 1296 durante una escaramuza frente a las costas de Anatolia.
Su cautiverio en Génova fue un periodo crucial para la posteridad de su historia. Durante su tiempo en prisión, compartió celda con Rustichello da Pisa, un escritor de romances artúiricos. Fue en esta circunstancia donde Marco dictó los relatos de sus viajes, que Rustichello transcribió, mezclándolos con historias propias y anécdotas contemporáneas. Así nació «Los viajes de Marco Polo» («Il Milione»), un texto que revolucionó la comprensión europea del mundo.
El libro fue recibido con escepticismo por algunos, quienes lo consideraron un relato fantasioso. Sin embargo, también capturó la imaginación de una Europa ansiosa por explorar nuevas tierras y oportunidades comerciales. La obra de Marco Polo detalló por primera vez regiones como China, India y Japón, ofreciendo información sobre sus culturas, sistemas políticos y economías, desconocidas hasta entonces por los europeos.
Marco Polo vivió los últimos 25 años de su vida, hasta su fallecimiento en 1324, como un próspero y respetado comerciante, y con la fama de haber producido uno de los relatos más importantes de su época, que fue un best-seller apenas producido.
Los Viajes de Marco Polo
La obra «Los viajes de Marco Polo» no tiene una versión única ni definitiva debido a las numerosas variaciones en los manuscritos antiguos. Se han identificado aproximadamente 150 copias en diferentes idiomas, y antes de la invención de la imprenta, los errores en la copia y traducción eran frecuentes. Estas discrepancias han convertido la reconstrucción del texto original en un desafío de crítica textual.
Marco Polo narró sus memorias de manera oral a Rustichello da Pisa mientras ambos estaban encarcelados en Génova. Rustichello escribió el Devisement du Monde en franco-veneciano, concebido probablemente como un manual para comerciantes, con información práctica sobre pesos, medidas y distancias. Sin embargo, el contenido evolucionó hacia un relato detallado y fascinante sobre las tierras orientales.
El manuscrito más antiguo que se conserva está escrito en francés antiguo con influencias italianas. Según el erudito italiano Luigi Foscolo Benedetto, este texto, conocido como «F», constituye la base original y fue comparado con versiones posteriores, como el italiano más detallado de Giovanni Battista Ramusio. Entre otras fuentes tempranas destacadas está la traducción latina realizada por el dominico Francesco Pipino en 1302, que ayudó a difundir el libro a escala europea debido al prestigio del latín como lengua de cultura.
A lo largo de los siglos, el texto ha sido traducido y reinterpretado. La primera versión en inglés, publicada por John Frampton en 1579, se basó en una traducción al castellano de 1503. En tiempos modernos, traducciones como la de Henry Yule y la de A. C. Moule y Paul Pelliot han enriquecido el entendimiento del texto al incorporar manuscritos descubiertos recientemente.
El papel del cronista: Rustichello de Pisa
El erudito británico Ronald Latham ha señalado que El libro de las maravillas fue una colaboración escrita entre Marco Polo y el escritor profesional de romances Rustichello de Pisa, durante su encarcelamiento compartido en Génova entre 1298 y 1299. Rustichello escribió el Devisement du Monde en franco-veneciano, una lengua literaria utilizada en el norte de Italia entre los siglos XIII y XV.
Latham argumenta que Rustichello pudo haber embellecido los relatos de Polo, incorporando elementos fantásticos y románticos que alineaban con las expectativas de los lectores medievales. De hecho, algunos pasajes del libro tienen un estilo relajado y conversacional característico de otras obras de Rustichello, según el erudito italiano Luigi Foscolo Benedetto. Por ejemplo, la introducción que hace referencia a «emperadores y reyes, duques y marqueses» fue tomada textualmente de un romance artúrico (por el Rey Arturo) que Rustichello había escrito años antes. Además, el relato del segundo encuentro entre Marco y Kublai Khan es casi idéntico al de la llegada de Tristán a la corte del Rey Arturo en Camelot.
Estas similitudes sugieren que Rustichello adaptó los relatos de Polo al género literario de la época, incorporando leyendas y maravillas exóticas que cautivaban a los lectores europeos. A pesar de estas adiciones, el libro sigue siendo una obra fundamental para comprender la visión europea del Lejano Oriente en la Edad Media.
El papel de la Orden Dominicana en la validación de la crónica de viajes de Marco Polo
Desde el principio, la historia de Marco Polo suscitó reacciones contrapuestas, pues fue recibida por algunos con incredulidad. El padre dominico Francesco Pipino realizó en 1302 una traducción al latín del texto original de Rustichello titulada Iter Marci Pauli Veneti. Pipino no solo tradujo el texto, sino que también avaló su veracidad, describiendo a Marco como un «hombre prudente, honorable y fiel».
El también dominico Jacopo d’Acqui explicó en sus escritos el escepticismo de algunos contemporáneos hacia las narraciones de Marco. Según este autor, antes de morir, Marco Polo insistía en que «solo había contado la mitad de las cosas que había visto», lo que refleja la magnitud de sus experiencias.
Recientes investigaciones del erudito italiano Antonio Montefusco sugieren que la Orden Dominicana desempeñó un papel crucial en la difusión del texto al latín, posiblemente para apoyar sus misiones en Oriente. La información contenida en el libro era de gran valor para los misioneros, quienes buscaban evangelizar a los pueblos extranjeros, y para las comunicaciones diplomáticas entre el papado y los mongoles.
Es importante destacar que en ese momento se discutía una posible alianza cristiano-mongol contra el mundo islámico. En el Segundo Concilio de Lyon (1274), un delegado mongol fue bautizado solemnemente, y el papa Gregorio X impulsó una nueva Cruzada que comenzaría en 1278 con el apoyo de los mongoles. Este contexto subraya cómo el libro de Marco Polo pudo haber sido percibido como una herramienta estratégica tanto para la diplomacia como para la evangelización.
Marco Polo y los avances en la cartografía para comprender el mundo fuera de Europa
El impacto de Marco Polo en la historia y la geografía mundial no puede subestimarse. Su obra, «Los viajes de Marco Polo», no solo proporcionó una ventana a los misterios de Oriente para los europeos medievales, sino que también destacó por sus aportes a la cartografía, la inspiración que brindó a exploradores como Cristóbal Colón y su influencia en la comprensión cultural entre Oriente y Occidente, marcando el inicio de un periodo de exploración y descubrimiento que transformaría el mundo.
Los viajes de Marco Polo pueden haber tenido alguna influencia en el desarrollo de la cartografía europea, lo que en última instancia condujo a los viajes de exploración europeos un siglo después. Giovanni Battista Ramusio afirmó que el mapa de Fra Mauro de 1453 se basó parcialmente en el que trajo Marco Polo de Catai. En sus palabras:
«Ese hermoso mapamundi iluminado sobre pergamino, que todavía se puede ver en un gran armario junto al coro de su monasterio (el monasterio camaldulense de San Michele di Murano), fue obra de uno de los hermanos del monasterio, que se deleitaba en el estudio de la cosmografía, diligentemente dibujado y copiado de un bellísimo y antiquísimo mapa náutico y de un mapamundi que habían traído de Catay el muy honorable Messer Marco Polo y su padre».
Fra Mauro no fue el único cartógrafo influenciado por los relatos de Polo. Muchos mapas del Renacimiento incorporaron detalles de regiones como Catay, Cipango (Japón) y otras tierras descritas en Los viajes de Marco Polo. Uno de los ejemplos más destacados es el Atlas Catalán de 1375, que refleja una mayor comprensión de Asia basada en información similar a la provista por Polo.
Aunque Marco Polo nunca produjo un mapa que ilustrara su viaje, su familia dibujó varios mapas del Lejano Oriente basándose en los relatos del viajero. Estas colecciones de mapas fueron firmadas por las tres hijas de Polo: Fantina, Bellela y Moreta. Sin embargo, la autenticidad de estos mapas es incierta. Benjamin B. Olshin, un historiador que publicó un trabajo sobre estos mapas, ha indicado que no ha podido «establecer la autenticidad» de estos mapas que alguna vez fueron propiedad de Marciano Rossi, un inmigrante italiano conocido por vender documentos históricos falsos en la década de 1930. Estos mapas han sido comparados con el falso Mapa de Zenón.
Sin embargo, un estudio de radiocarbono realizado sobre la piel de oveja utilizada para estos mapas data su origen en el siglo XV o XVI, lo que sugiere firmemente que son copias de los mapas originales. A pesar de la controversia, los relatos de Marco Polo contribuyeron significativamente a enriquecer la comprensión europea de Asia y fomentaron avances en la cartografía, sirviendo como base para futuras expediciones.
Inspiración para exploradores como Cristóbal Colón
El alcance de las descripciones de Polo sobre las tierras orientales inspiró a una generación de exploradores. Uno de los casos más notables es el de Cristóbal Colón, quien poseía una copia anotada de Los viajes de Marco Polo. Colón estaba profundamente intrigado por las riquezas descritas en el Lejano Oriente, como la seda, las especias y los tesoros de Catay y Cipango (Japón). Aunque Colón nunca llegó a Asia, su viaje hacia las Américas estuvo motivado en gran medida por la ambición de alcanzar las tierras descritas por Marco Polo.
Otro explorador influenciado por los relatos de Polo fue Bento de Góis, un portugués que recorrió 4,000 millas por Asia Central buscando el legendario reino cristiano del Preste Juan, mencionado en los escritos de Marco. Aunque Bento no encontró este reino, su viaje lo llevó hasta la Gran Muralla China en 1605, confirmando que el «Catai» de Polo era efectivamente China. Matteo Ricci, misionero jesuita, fue otro personaje clave que conectó las descripciones de Polo con la realidad geográfica del Lejano Oriente, solidificando la importancia de su obra.
Críticas y validaciones
A pesar de su impacto, los relatos de Marco Polo enfrentaron escepticismo desde el principio. Muchos contemporáneos cuestionaron la veracidad de sus descripciones, considerando algunas de sus historias como exageraciones o fantasías.
Por ejemplo, las descripciones de criaturas como unicornios, que en realidad eran rinocerontes, llevaron a algunos a dudar de la credibilidad de Polo. Además, algunos consideraron improbable su relato sobre el papel moneda en China.
Estudios modernos han validado la exactitud de muchas de sus observaciones. Por ejemplo, su descripción del uso de carbón mineral en China como combustible fue una novedad para los europeos y ha sido confirmada por arqueólogos e historiadores.
Asimismo, los registros chinos corroboran las misiones diplomáticas que Marco Polo afirmó haber realizado para Kublai Khan. En particular, su relato sobre el Gran Canal de China coincide con evidencias documentales de la época, lo que refuerza la idea de que Polo experimentó de primera mano muchas de las cosas que describió.
Historiadores como Frances Wood han planteado dudas sobre si Marco Polo realmente llegó a China, argumentando que algunos detalles cruciales, como la Gran Muralla, no se mencionan en su obra. Sin embargo, otros expertos, como Igor de Rachewiltz, han defendido la autenticidad de los relatos de Polo, destacando que su descripción de las costumbres y prácticas administrativas chinas es demasiado precisa para ser ficticia.
Estas críticas y validaciones destacan la complejidad de la figura de Marco Polo y su legado, invitando a una reflexión más profunda sobre la intersección entre narrativa, percepción cultural y verdad histórica.
A pesar de su impacto, los relatos de Marco Polo enfrentaron escepticismo desde el principio. Muchos contemporáneos cuestionaron la veracidad de sus descripciones, considerando algunas de sus historias como exageraciones o fantasías. Sin embargo, estudios posteriores han confirmado la exactitud de muchas de sus observaciones. Por ejemplo, su descripción del uso de carbón mineral en China como combustible fue una novedad para los europeos, y su relato de la organización administrativa del Imperio Mongol ha sido validado por historiadores modernos.
Mito de la pasta
Uno de los mitos más extendidos sobre Marco Polo es que introdujo la pasta en Italia tras su viaje a China. Sin embargo, esta creencia es un error popular que se originó con el Macaroni Journal, una publicación de la industria alimentaria destinada a promover el consumo de pasta en los Estados Unidos. Marco Polo describe en su libro una comida similar a la «lasaña», pero utiliza un término que ya era conocido en Italia. La realidad es que la pasta ya había sido inventada en Italia mucho antes de los viajes de Marco Polo a Asia.
Según el boletín de la Asociación Nacional de Fabricantes de Macarrones y el escritor gastronómico Jeffrey Steingarten, el trigo duro, ingrediente principal de la pasta, fue introducido por los árabes desde Libia durante su gobierno sobre Sicilia a finales del siglo IX, precediendo a los viajes de Marco Polo por unos cuatro siglos. Además, Jane Grigson, otra escritora gastronómica, sugirió que la historia de Marco Polo y la pasta probablemente se originó en un anuncio publicitario de una empresa canadiense de espaguetis en los años 1920 o 1930.
Un legado que trasciende los siglos
El legado de Marco Polo no reside solo en su capacidad para explorar tierras desconocidas, sino también en su talento para narrar y transmitir sus experiencias. Su obra inspiró a generaciones de exploradores, cartógrafos y pensadores a mirar más allá de sus fronteras, fomentando un espíritu de curiosidad y descubrimiento que sigue vigente hoy en día.
Con «Los viajes de Marco Polo», no solo documentó un mundo lejano, sino que también conectó culturas, promoviendo un intercambio de ideas y conocimientos que amplió los horizontes de la humanidad. Este legado se refleja en su impacto en la cartografía, con mapas como el de Fra Mauro, y en la inspiración que brindó a exploradores como Cristóbal Colón. Su habilidad para transmitir vivencias también contribuyó a desafiar las percepciones culturales de su época, asegurando que Marco Polo continúe siendo una figura central en la historia de la exploración y la comprensión intercultural.
Relevancia contemporánea: El análisis de la relación entre Estados Unidos y China
En la actualidad, las tensiones entre Estados Unidos y China ofrecen un paralelo contemporáneo con las dinámicas que Marco Polo observó en el siglo XIII. Las disputas comerciales, las diferencias en los sistemas políticos, y la creciente competencia por la supremacía tecnológica y geopolítica han llevado a una nueva Guerra Fría, pero en un contexto global mucho más interconectado. Hoy, más que nunca, el entendimiento profundo de las culturas y las economías de ambos países es esencial para manejar estos desafíos.
Marco Polo, al describir el sistema burocrático de Kublai Khan y la organización del imperio mongol, ofreció a Occidente una lección temprana sobre la importancia de la administración eficiente y el poder de las economías orientales. Aunque su descripción de China fue exagerada en ciertos aspectos, Polo logró retratar un imperio altamente organizado y capaz de gestionar vastos territorios con una complejidad que solo ahora, en el siglo XXI, podemos apreciar en toda su magnitud, especialmente al observar la capacidad de China para influir en la economía global.
En este contexto, los Viajes de Marco Polo sirven como un recordatorio de que las diferencias culturales, económicas y políticas entre Oriente y Occidente no son nuevas. La obra de Polo nos invita a reflexionar sobre cómo, a lo largo de los siglos, las civilizaciones han influido y han sido influenciadas mutuamente, y cómo, en la era moderna, esta interacción se mantiene esencial para la diplomacia global.
Lecciones de la historia para un mejor entendimiento en la era Trump
La relación entre Estados Unidos y China durante la presidencia de Donald Trump estuvo marcada por una retórica agresiva y políticas económicas de confrontación. La guerra comercial, las tarifas arancelarias y el desdén hacia los acuerdos multilaterales fueron algunas de las características definitorias de esta era. Sin embargo, en lugar de avanzar hacia un entendimiento mutuo, las tensiones solo se intensificaron, llevando a ambos países a una encrucijada.
Es aquí donde la figura de Marco Polo y su obra adquieren una relevancia renovada. En un mundo tan globalizado como el de hoy, entender a la otra parte no solo es un ejercicio académico, sino una necesidad estratégica. Si bien la obra de Marco Polo no fue escrita para resolver disputas comerciales ni para ofrecer soluciones políticas, sí proporcionó a Occidente una visión “diversa” o “alterna” de Oriente que, lamentablemente, ha sido a menudo ignorada o malinterpretada.
La figura de Polo puede ser interpretada hoy como un símbolo de la importancia de crear puentes entre naciones que históricamente han tenido visiones y sistemas políticos distintos. Si bien las políticas de la era Trump se han centrado en un enfoque de “America First” y en una creciente desconfianza hacia China, los relatos de Polo invitan a ver en China no solo una competencia, sino como una contraparte con la que se debe trabajar positivamente en un mundo interdependiente.
En lugar de ver a China únicamente como un competidor, como se hace en muchas coyunturas políticas de la actualidad, debemos aprender a interpretar y negociar con sus particularidades, tal como Polo lo hizo al encontrarse con Kublai Khan, cuya corte era completamente diferente a cualquier cosa que Polo hubiera conocido en Venecia.
La obra de Marco Polo también pone de manifiesto que la interacción entre culturas y sistemas debe ser manejada con cuidado y respeto, reconociendo la valía y los logros del otro, sin caer en prejuicios, simplismos, ni juicios apresurados. En este sentido, la diplomacia internacional actual, especialmente en el contexto de Estados Unidos y China, debe seguir el ejemplo de Polo: promover un diálogo abierto, respetuoso y empático.
El valor del conocimiento y la curiosidad mutua: Disminuyendo tensiones a través del entendimiento
El conocimiento profundo de las culturas y sistemas políticos de los demás es un punto de partida crucial para cualquier tipo de solución de diferendos o conflictos internacionales. Marco Polo, en su famoso viaje a China, no solo describió el país de manera detallada, sino que también intentó comprender las estructuras y motivaciones detrás de la gran civilización que se encontraba frente a él.
Esta curiosidad y deseo de entender la otra cultura fue lo que permitió a Polo no solo obtener el respeto de los líderes mongoles, sino también convertirse en un punto de conexión entre dos mundos profundamente diferentes.
Al entender las costumbres, tradiciones y sistemas del Imperio Mongol, Polo logró ser un transmisor de información y conocimiento entre Oriente y Occidente, algo que resultó ser clave para abrir el camino hacia futuras relaciones diplomáticas y comerciales.
Hoy en día, la relación entre Estados Unidos y China puede beneficiarse enormemente de un enfoque similar. La falta de entendimiento mutuo ha sido un factor fundamental que ha contribuido a la (bastante estúpida y poco pragmática, por cierto) creciente desconfianza y al aumento de las tensiones entre ambos países.
En lugar de ceder a la tentación de la retórica hostil y la competencia por la supremacía global, Estados Unidos y China deberían centrar sus esfuerzos en aprender a comprenderse mutuamente, con curiosidad y apertura. Esta comprensión no debe ser superficial ni reduccionista; debe ser profunda, reflexiva y, sobre todo, respetuosa de las diferencias históricas, culturales y políticas que definen a ambas naciones. Pasa por lo que hizo Marco Polo: entender al otro, sin juzgarlo.
En la práctica, esto significa no solo abordar las relaciones bilaterales en términos de lo que se puede ganar o perder, sino también hacer un esfuerzo real por entender las preocupaciones, aspiraciones y miedos del otro. China, por ejemplo, no solo busca consolidar su poder económico y geopolítico, sino que también está profundamente comprometida con la preservación de su estabilidad interna y el mantenimiento de su modelo político autoritario.
China tiene menos de 100 años de haber podido reconstruir su integridad territorial, y el legado de las ocupaciones extranjeras todavía ha dejado profundas cicatrices en su “psiquis” nacional. Es un país que tiene temores fundados respecto a Occidente, por su traumática historia relativamente reciente (es una nación que tiene más de 5,000 años de historia, con 100 años de “historia reciente”, entre 1840 y 1950, de ocupaciones extranjeras, principalmente de europeos, norteamericanos, y japoneses).
¿Ven cómo “intentar entender al otro” cambia la perspectiva? Por analogía, aplicar lo mismo a Panamá para entender las “reacciones emocionales” (desde la perspectiva estadounidense) a la recuperación de su integridad territorial respeto al Canal de Panamá y su zona adyacente, y se tendrá más claridad. Para esto es que son de gran ayuda los “estudios comparativos”.
Por otro lado, Estados Unidos tiene un sistema político basado en principios democráticos que valora la competencia y la influencia global como parte integral de su identidad y de su seguridad. Al tener una “huella geopolítica global”, es muy difícil o casi imposible que, al crecer en influencia, otro país (en este caso, China) no esté “pisando mi terreno de influencia” desde la perspectiva de Estados Unidos, que a veces marca sus territorios como un mamífero alfa. Entender estas diferencias podría permitir que ambas naciones encuentren un terreno común y, más importante aún, un enfoque colaborativo que pueda disminuir la hostilidad y fomentar la cooperación.
El poder de la curiosidad recíproca: Cambiar la perspectiva sobre las diferencias
Cuando se busca solamente resaltar las diferencias entre naciones como Estados Unidos y China, las posibilidades de conflicto son prácticamente inevitables. Ambas potencias tienen intereses contrapuestos en muchas áreas, desde el comercio y la tecnología hasta la seguridad nacional y la política internacional. Sin embargo, la curiosidad mutua, el deseo de entender más allá de las políticas y las ideologías, puede transformar esas diferencias en puntos de negociación y colaboración.
A través de la historia, hemos aprendido que las grandes potencias tienen más que ganar cuando se centran en las áreas de coincidencia en lugar de empeñarse en encontrar diferencias irreconciliables. Marco Polo, al llegar a la corte de Kublai Khan, no solo mostró su respeto hacia las costumbres y logros del Imperio Mongol, sino que también buscó aprender de ellos. Este enfoque le permitió ganarse la confianza de los líderes mongoles y, a su vez, abrir las puertas para una relación más cercana entre los dos mundos.
Si Estados Unidos y China pudieran aplicar un enfoque similar, buscando las áreas comunes de interés y las soluciones compartidas, el espacio para la confrontación disminuiría considerablemente. La diplomacia, en lugar de centrarse en las disputas, podría buscar oportunidades de colaboración.
En el contexto actual, esto podría aplicarse en áreas como el cambio climático, la no proliferación nuclear, la lucha contra las pandemias y el fomento de la paz y la estabilidad global. En lugar de centrarse exclusivamente en las políticas de poder y competencia, ambos países podrían tomar la iniciativa en cuestiones globales que requieren cooperación, aprovechando sus capacidades complementarias para abordar los retos mundiales.
Si, por ejemplo, Estados Unidos y China pudieran sentarse en la mesa de negociación sobre el cambio climático y colaborar en el desarrollo de nuevas tecnologías limpias, estarían no solo mejorando sus propias economías, sino también enviando un mensaje fuerte de unidad y acción global que tendría un impacto positivo en el resto del mundo.
Racionalidad y pragmatismo: Un camino hacia una relación más equilibrada
En los últimos años, la relación entre Estados Unidos y China se ha caracterizado por una creciente polarización. La administración Trump, particularmente, adoptó un enfoque más beligerante y confrontativo hacia China, una postura que exacerbó las tensiones comerciales y geopolíticas. Sin embargo, a medida que la nueva era de Trump comienza en enero de 2025, sería prudente que ambas naciones “aprendieran de la historia” y adoptaran un enfoque más racional y pragmático hacia sus relaciones.
La racionalidad implica ver las relaciones internacionales desde una perspectiva de interés mutuo y equilibrio, reconociendo que la cooperación es más beneficiosa que la confrontación, especialmente en un mundo interconectado y globalizado. Los desafíos actuales requieren soluciones que no se basen en la ideología ni en el ego nacionalista, sino en el reconocimiento de que ambos países tienen un papel vital en la estabilidad mundial. Si ambos, Estados Unidos y China, adoptaran un enfoque más pragmático, podrían empezar a dejar de lado las políticas de confrontación y trabajar en un marco de cooperación en temas que realmente importan.
El pragmatismo en la diplomacia implica reconocer la realidad de las interdependencias globales. Estados Unidos y China comparten muchas preocupaciones comunes, como la estabilidad económica, la lucha contra el cambio climático, la seguridad cibernética y la prevención de conflictos regionales.
En lugar de imponer políticas unilaterales que solo generen más tensiones, sería beneficioso que ambos países adoptaran políticas pragmáticas que fomenten la cooperación y la estabilidad. Esta es una lección que se puede extraer directamente de los relatos de Marco Polo: a pesar de las diferencias, la cooperación es no solo posible, sino necesaria para el bienestar mutuo.
Beneficios para los países en desarrollo y el mundo entero
El impacto de una relación más racional y pragmática entre Estados Unidos y China no solo beneficiaría a las dos grandes potencias, sino también a los países en desarrollo y al mundo en general. La creciente polarización entre Occidente y Oriente ha generado un clima de inestabilidad económica y política que afecta a todos los países, especialmente a los de economías emergentes.
Los países en desarrollo, que dependen de la cooperación internacional para su crecimiento económico y bienestar social, verían con buenos ojos una disminución de las tensiones entre las dos superpotencias. Una relación más cooperativa permitiría a estas naciones acceder a mayores oportunidades de comercio, inversión y asistencia tecnológica, lo que podría acelerar su desarrollo económico.
Además, una relación más cooperativa entre Estados Unidos y China ofrecería a los países en desarrollo una plataforma para abordar problemas globales de manera conjunta. Desde el cambio climático hasta la salud global y el acceso a la tecnología, las áreas de cooperación entre estas dos potencias son numerosas y tienen un impacto directo en los países más vulnerables.
Si Estados Unidos y China pudieran dejar de lado sus diferencias y comenzar a trabajar juntos en estos frentes, el progreso hacia la resolución de los problemas globales sería mucho más rápido y eficiente.
Finalmente, el mundo en su conjunto también se beneficiaría de un entorno más estable y menos conflictivo. La guerra comercial, los conflictos cibernéticos y las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China han afectado negativamente el comercio global, el crecimiento económico y la cooperación internacional. Si ambas naciones pudieran adoptar un enfoque de cooperación y racionalidad, sería mucho más fácil para los países en desarrollo, y para el mundo entero, trabajar juntos hacia un futuro más próspero y pacífico.
Conclusión: La sabiduría de Marco Polo como guía para el futuro
Marco Polo, con su visión amplia y su capacidad de adaptarse a un mundo desconocido, dejó un legado que aún hoy sigue siendo un faro para la diplomacia internacional. En un momento en que las relaciones entre Estados Unidos y China están al borde de una nueva era, los principios que guían la obra de Polo – la apertura, el respeto por las diferencias y la búsqueda de entendimiento mutuo – deben ser aplicados en la arena diplomática.
El mundo no es un campo de batalla constante, sino un lugar donde la cooperación, el respeto y el entendimiento mutuo pueden generar soluciones duraderas a los problemas globales. Si Estados Unidos y China, al igual que Marco Polo y Kublai Khan, pueden aprender a ver en el otro un socio y no solo un competidor, el futuro puede ser más prometedor para ambas naciones y para el mundo entero.