ELOGIO DE DAVID McCULLOUGH,
El gran historiador Norteamericano que reveló a los panameños y los estadoniidenses la maravillosa historia del Canal de Panamá.
Hace unas semanas falleció, a los 89 años, uno de los grandes y reconocidos historiadores norteamericanos: David McCollough, el autor de “The Path between the Seas: the Creation of the Panama Canal” (publicado en español como “Un Camino entre dos Mares: la creación del Canal de Panamá”), que narra, con pulso firme y la fantástica capacidad, repetidamente reconocida, de McCollugh como investigador, “recreador” (porque soy de los que pienso que, en mayor o menor medida, toda historia es “recreada”), y escritor de la historia, una de las peripecias humanas más fantásticas y de características novelescas que ha conocido la humanidad. Esta es, obviamente, el enorme esfuerzo de décadas (él lo cubre desde 1870 hasta 1914, año de la apertura del Canal), para lograr un paso entre los dos océanos más importantes en la historia de la humanidad.
Pocos saben, y este dato puede ser sorprendente para muchos panameños, que en Estados Unidos está documentado que el ex Presidente Jimmy Carter citaba que “The Path between the Seas” fue un factor importante en 1977 para darle vigor e impulso a la negociación de los Tratados del Canal (llamados “Tratados Torrijos-Carter”) que devolvió el control de esa vía interoceánica a la República de Panamá, una de las más jóvenes en nuestro hemisferio, y de la que me honro en ser su ciudadano desde hace casi dos décadas (este año cumplí 18 años, mi mayoría de edad como ciudadano, y honro a mi patria adoptiva con este recuerdo a este escritor que tanto hizo para que se conociera, con rigor histórico y lujo de detalles, la epopeya humana de la construcción del Canal). Como dato anecdótico y que queda para mi familia, el Tatarabuelo de mi esposa, el Ing. José Gabriel Duque, está citado cuatro veces en la obra, relacionado a eventos claves y fundamentales de los días previos y posteriores a la declaratoria de separación de Colombia.
Por esta monumental obra recibió el primero de grandes premios literarios en su carrera: el National Book Award, el que repetiría por su excelente obra sobre Theodore Roosevelt, el Presidente de Estados Unidos que impulsó la construcción del Canal y apoyó el movimiento de separación de Colombia. Y además, es ganador de dos Premios Pulitzer: uno en 1992, por “Truman”, la estupenda biografía de uno de los Presidentes estadounidenses más incomprendidos; y otro en 2002 por “Adams”, quizás uno de los retratos biográficos más completos e integrales del segundo Presidente de Estados Unidos, uno de los hombres más capaces y honestos en ocupar ese puesto, y el primer Presidente en habitar la Casa Blanca.
Ambas biografías están entre mis preferidas entre las biografías presidenciales estadounidenses. Se le reconoce a McCullough el que, gracias a estos dos trabajos biográficos, se tiene ahora una perspectiva más balanceada sobre dos Presidentes tremendamente efectivos, que obviamente habían sido opacados por la gigantesca dimensión de sus predecesores (Franklin D. Roosevelt y George Washington, respectivamente).
McCollough tenía una personalidad brillante, y como lo dijo su casa editora, Simon & Schuster, era “un tesoro nacional”. Tuvo la dicha de ser respetado, querido y admirado por sus contemporáneos, siendo uno de los primeros y poquísimos ciudadanos sin cargo público alguno, sólo en calidad de individuo, en ser invitado por las dos cámaras del Congreso de los Estados Unidos para dirigirse a ellos en 1989, año del bicentenario del inicio de las sesiones del Congreso en Nueva York (1789), para contar los votos de los consejos electorales, que dieron por resultado la elección de George Washington como Primer Presidente de los Estados Unidos.
Su carisma y bonhomía lo llevaron a prestar su voz de barítono para dos de las mejores series documentales históricas de los últimos 30 años: “The American Experience”, a mi juicio una de las mejores series jamás producidas por la PBS, y el famoso documental de Ken Burns sobre la Guerra Civil, otro punto alto en la divulgación al público de temas álgidos y difíciles de racionalizar. Lo que me sorprende es que, al igual que en estos documentales, sus libros nos hacen sentarnos y sentirnos muy cerca de sus protagonistas, como si fuéramos compañeros de viaje de los personajes que despliega en estos grandes cuadros de la historia humana.
McCullough tenía una particular curiosidad y tenacidad para investigar temas áridos y fuera de su zona de confort, como la arquitectura y la ingeniería, lo que lo llevó a investigar primero la construcción del Puente de Brooklyn, que fue su primer best-seller antes de “The Path between the Seas”, para escribir después sus obras monumentales sobre el Canal de Panamá, y el nacimiento de la aviación con los hermanos Wright y su increíble aventura de ensayo y error hasta triunfar sobre la persistente fuerza de gravedad, una mañana de diciembre en Kitty Hawk, Carolina del Norte.
Otra de sus obras más conocidas, “1776”, desencadenó una ola de best-sellers sobre la Revolución Americana, y a quienes somos entusiastas seguidores de las vidas y peripecias de la que, en mi perspectiva es la mayor colección o mejor dicho, “constelación estelar” de talento político jamás concentrada al mismo tiempo en un periodo histórico y en una misma zona geográfica (la generación de los monumentales “Padres Fundadores” del más exitoso, perdurable y ejemplar proyecto republicano y democrático en la historia humana), le podemos estar muy agradecidos a McCullough de permitirnos retroceder en el tiempo y, como él mismo lo ha hecho, caminar silenciosamente en las noches por las calles y zonas donde esos grandes hombres trabajaban, en esas horas con menor vigilancia, para construir un proyecto político que, casi 250 años después, vive y lucha por mantener la llama encendida.
Para conocer más sobre este fascinante ciudadano estadounidense, cuya misión fue mostrarnos el pasado para entender que muchos de los desafíos de hoy, no son mucho mayores que los desafíos que otros hombres y mujeres, en tiempos pretéritos, tuvieron que enfrentarse, y para seguir siendo “biológicamente optimistas” sobre la capacidad que tenemos los humanos de superar adversidades y persistir hasta darle vuelta al curso de los acontecimientos, les comparto una de las muchas entrevistas que ofreció David McCullough a la prensa (con ese encanto particular de un viejo sabio contador de historias, a periodistas subyugados por su personalidad), que nos permite ponerle cara y voz a esta vida puesta al servicio de sus compatriotas, a quienes ha ayudado a poder expandir las perspectivas sobre el pasado, para que éste tiña e informe el presente y el futuro.